Conmemoración por la muerte del General don José de San Martín

El  martes 18 de agosto los alumnos de secundaria y polimodal  reflexionaron sobre palabras escritas por el profesor Gastón Bivort  sobre la figura del General San Martín.  

Este fue su discurso:  

Recordamos y honramos al Gral. San Martín al cumplirse un nuevo aniversario de su fallecimiento, ocurrido precisamente un 17 de agosto de 1850, hace ya 159 años.

Sus proezas militares en pos de la libertad americana, cuyo punto culminante fue sin dudas el cruce de los Andes que aseguró la independencia naciente, no nos deja de asombrar. Sin embargo, soy un convencido que sólo se puede prestar tan enormes servicios a la patria si quien los impulsa lo hace desde la fuerza que proporcionan sólidas convicciones sustentadas en virtudes y valores.

San Martín, al igual que otros padres fundadores de nuestra patria, tuvo marcadas a fuego esas convicciones que lo llevaron  a actuar en consecuencia.

Cuando nos preguntamos por los motivos de las desgracias que nos aquejan como país, miremos siempre los valores o antivalores que predominan en la sociedad y en quienes la conducen. Quizás allí encontremos respuestas.

San martín fue consecuente con una serie de principios que hoy más que nunca son necesarios recuperar porque los males de su tiempo, contra los cuales luchó, siguen teniendo una sorprendente vigencia y hasta se han agravado.

Ante la ambición personal que se antepone a la búsqueda del bien común, San Martín proclamaba: “Antes sacrificaría mi existencia que echar una mancha sobre mi vida pública que se pudiera interpretar por ambición”.

Ante las dificultades para educarse de la parte más vulnerable de la sociedad, San Martín sostenía: “La ilustración y fomento de las letras es la llave maestra que abre la puerta de la abundancia y hace felices a los pueblos”.

Ante la falta de seguridad, San martín decía: “La seguridad individual del ciudadano y la de su propiedad deben constituir una de las bases de todo buen gobierno”.

Ante la necesidad de ciudadanos comprometidos con su país, San martín afirmaba. “Para defender la libertad se necesitan ciudadanos, no de café, sino de instrucción y elevación moral”

Ante los gobernantes inescrupulosos, señalaba: “No se debe hacer promesa que no se pueda o no se deba cumplir”.

Ante los males que afectaban a  toda América latina afirmó con angustia. “Ser feliz es imposible presenciando los males que afligen a la desgraciada América”.

Y cómo última muestra de sus convicciones quiero señalar algunos de los valores que le dejó, como su más importante legado, a su hija Merceditas: odiar la mentira, respetar la propiedad ajena y ser caritativa y dulce con los pobres, criados y viejos.

Hoy, cuando estamos huérfanos de ejemplos y modelos, miremos a los hombres como San martín que hicieron grande a nuestra patria. Su ejemplo y el de otros prohombres de nuestro pasado deben ser la luz que guíen los pasos de nuestro país al entrar en la celebración de su bicentenario.

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