Los estudios demuestran que la
amistad tiene la capacidad de proteger a los
individuos de riesgos de contraer diversas
afecciones, algunas de ellas graves. El afecto
incondicional de un amigo también ayuda a
sobrellevar mejor las situaciones de estrés
cotidiano.
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Un vínculo entrañable
"La amistad es un alma que habita
dos cuerpos; un corazón que habita dos almas",
la frase acuñada por Aristóteles en el año 384
a.C, refleja el valor del vínculo que muchos
aseguran el más importante, más allá del lazo
que une a una madre con su hijo.
La amistad es la única relación
de afecto que se elige; nadie la impone, surge y
se construye durante la vida.
“Es la más libre de las relaciones. Nace y se
sostiene en la libertad de elegir y ser elegido,
en la libertad de estar y permanecer.
A diferencia de otros vínculos,
como el matrimonio o los familiares, no tiene
leyes explícitas que la regulen. Pero lo que sí
podemos pensar es que tiene
una ética que le es propia -explica
la licenciada Ana Delgado, psicoanalista,
miembro de la Asociación Psicoanalítica
Argentina y de la Asociación Psicoanalítica
Internacional-.
Está basada en el afecto, el
cariño y la ternura, en el respeto mutuo, el
compromiso compartido, el interés por el otro,
en la ‘benevolencia recíproca’, como afirmaba
Aristóteles”. Es un cariño recíproco y tan
estable, que no en pocas ocasiones se mantiene
durante toda la vida. “La amistad es un
sentimiento que se anhela y se atesora, y se
manifiesta en los afectos que disfrutamos a
través de la producción cultural humana”,
enfatiza la doctora Raquel Goldstein, médica
psicoanalista, miembro de la Asociación
Psicoanalítica Argentina, profesora del
Instituto de Psicoanálisis de APA.
Amigos son los amigos
“La amistad nace de la
identificación, la igualdad con el otro y
también del respeto por las diferencias -analiza
la licenciada Delgado-. La confidencia, la
intimidad que supone el vínculo entre amigos,
sólo es posible en un ambiente de confianza
mutua”.
La lealtad es la característica
por excelencia que define una verdadera amistad. El
desinterés y la alegría por los logros del otro
se suman al conjunto de sentimientos necesarios
para poder llamar amigo a una persona. La
amistad no conoce de celos ni envidias. “Es que
los celos y los deseos de exclusividad son
propios de una relación amorosa, las rivalidades
y competencia, de vínculos donde está en juego
algún tipo de poder”, justifica la Dra. Delgado.
Muchas veces, por cuestiones de
trabajo, estudios u otras preocupaciones, los
amigos no se reúnen todo lo que quisieran, pero
cada integrante de esa amistad tiene presente al
otro, aunque sea a través del silencio. Es que
el ritmo vertiginoso de la vida moderna no
siempre deja espacio para los afectos.
El encuentro con el otro
“La forma en que pensamos,
sentimos y nos conectamos con los demás está
determinada por nuestra historia y,
fundamentalmente, por los vínculos infantiles
con los padres y hermanos. La representación
interior que tenemos de ellos, transformados,
fantaseados, se transfieren a las relaciones
futuras -reflexiona la licenciada Delgado-. Y en
el origen de todas ellas, está el deseo. Un
deseo que surge de la búsqueda del otro con
quien compensar nuestras carencias”.
Después de la infancia llega la
adolescencia, esa etapa difícil en la que la
relación de amigas íntimas es muy intensa. Y es,
ante la necesidad de independizarse de los lazos
familiares, donde nacen los amigos, aseguran los
expertos. Aunque que la “inestabilidad y
vulnerabilidad emocional -dice Delgado-, que
caracteriza a la adolescencia, es terreno
propicio para que surjan también las llamadas
“amistades tóxicas”. Es una etapa de mucha
turbulencia y muchas veces se confunden los
sentimientos y la afinidad con el otro. Con la
madurez, la amistad se vuelve más selectiva y,
por ende, más saludable.
Amistad que sana
“No tengo familia, con los años
fui perdiendo primero a mí padre, luego a mi
madre y, por último, a mi único hermano. Mis
únicos parientes son mis tres sobrinos, a los
que veo bastante poco”. Carola tiene 40 años,
está divorciada y no tuvo hijos. Dice que hoy su
red de contención son sus amigas, con quienes
comparte alegrías y tristezas, logros y
frustraciones. “No tengo muchas, son siete, pero
con ellas tengo un espacio de mutuo afecto, de
secretos compartidos. Desde que mis padres no
están, Navidad y Año Nuevo los paso con alguna
de mis amigas y su familia, marido e hijos
incluidos. Me siento a la mesa como parte
integrante de su círculo familiar. Para mí eso
tiene un valor inconmensurable”, se emociona
Carola, quien además comparte encuentros de
café, idas al cine y al teatro y largas
caminatas por Palermo. Carola encontró en sus
amigas el cariño que dejó vacante su familia de
sangre.
Es que la amistad tiene
indudables efectos beneficiosos. “Si bien no se
conocen los mecanismos mediante los cuales la
amistad fortalece la salud de los individuos,
hay evidencias clínicas que lo avalan –reconoce
el doctor Carlos Regazzoni, médico especialista
en Medicina Interna del Hospital de Clínicas y
del Instituto de Neurología Cognitiva de Buenos
Aires (INECO)-. Los
estudios demuestran que las personas con mayor
actividad social, que van a clubes, se reúnen
con amigos los fines de semana padecen menos
infartos”.
Regazzoni también explica que aquellos con
agendas personales llenas de contactos tienen
menor riesgo de sufrir demencia y depresión, así
como revela que en las Unidades de Terapia
Intensiva se ha visto que los pacientes en coma
mejoran su ritmo respiratorio y los latidos
cardíacos cuando un allegado los toma de la
mano. Y concluye: “Es probable que las
relaciones de amistad preparan mejor a las
personas a enfrentar las situaciones de estrés,
y de esta manera mejorarían las funciones
vegetativas”.
Tender una mano a tiempo, y un
oído dispuesto a escuchar, logra calmar el alma
y fortalecer el ánimo. “En la amistad se trata
de visitar juntos un lugar curativo.
Precisamente por eso, gozar de la amistad es
curarse en salud. Contrarrestar la tristeza
común, la presión de la excesiva realidad de la
vida cotidiana -proclama la doctora Goldstein-.
La amistad es un descanso. Uno de los factores
antidepresivos de la vida cotidiana. Algo que se
teje y se mantiene en los lazos sociales. Es
casi como estar a solas -pero no solos-, en
compañía de otro que no pretende algo diferente
de estar con uno. Ese otro, el amigo, sabe estar
y escuchar. A veces en silencio, pero siempre
haciéndose eco, que en nuestro lenguaje
cotidiano significa responder a lo que nuestro
amigo precisa en ese momento”. Según la doctora
Goldstein, “como aquella ‘recóndita armonía’ de
la música y de lo bello, el sentimiento que
circula en la amistad logra reparar las grietas
del alma, que vive entre la vida cotidiana y
‘esa otra escena’, la de los sueños compartidos.
Si logramos lazos de solidaridad tenemos la
clave para entrar en esa zona y descansar del
costoso trajín del vivir cotidiano”. Los amigos,
tan necesarios, imprescindibles, son el antídoto
contra las pesadillas que amedrentan cada día.
La amistad es solidaridad en circulación
permanente; generosidad. Es un don especial
-explica Goldstein- que sostiene el lazo y
responde; es disponibilidad. “La amistad
afianzada permanece latente, y revive cuando es
convocada. Permite sostener el deseo de vivir,
el gusto por la vida, sus placeres e ilusiones,
los ideales y, sobre todo, tolerar la
incertidumbre”, agrega la especialista.
Desencuentros
Una amistad sólida, estable,
despojada de interés y provecho propio, puede
pensarse como inmortal. Pero a veces surgen
inconvenientes difíciles de zanjar, como en toda
relación humana. “Las situaciones de cambio
vital de algunos de los integrantes pueden
terminar con la armonía que los mantenía unidos.
El noviazgo o matrimonio de la amiga puede
producir malestar cuando la situación triangular
no se tolera. Es ahí donde los sentimientos de
exclusión se ponen de manifiesto -advierte la
licenciada Delgado-. También los logros
profesionales o económicos de una de las partes
pueden desencadenar conflictos y
distanciamientos, tanto por ‘envidia’ del que se
siente inferior, como por la superioridad que
muestre el que triunfa”.
En la amistad, como en cualquier
relación, se pueden pasar por momentos de
tensión o crisis. Algunas se podrán superar y
otras llevarán a la ruptura definitiva. Según
las psicólogas, “esto dependerá de la magnitud
del problema planteado, de los valores que se
hayan visto afectados para cada miembro de la
relación y de la intensidad del vínculo
afectivo”. Aunque también una charla donde prime
el sinceramiento y el deseo de no perder a ese
otro ser tan valioso, puede resolver un
sinnúmero de conflictos. Lo importante es seguir
el consejo que legó el dramaturgo William
Shakespeare: "Los amigos que tienes y cuya
amistad ya has puesto a prueba, engánchalos a tu
alma con ganchos de acero".
Frases para compartir...
"Un amigo es una persona con la
que se puede pensar en voz alta".
Ralph Waldo Emerson
"Tómate tiempo en escoger un
amigo, pero sé más lento aún en cambiarlo".
Benjamín Franklin
“El amigo ha de ser como el
dinero, que antes de necesitarlo, se sabe el
valor que tiene".
Sócrates
"La prosperidad hace amistades, y
la adversidad las prueba".
Anónimo
Estudios relacionados
• Un reciente estudio realizado por el psicólogo
Elliot M. Friedman, de la Universidad de
Winsconsin, y publicado en la publicación
Proceedings of the National Academy of Sciences,
halló que las
mujeres que duermen bien y conservan buenos
amigos tienen bajos niveles de una molécula en
la sangre llamada interleuquina-6; en altos
niveles relacionada con enfermedades como el
Alzheimer, la artritis reumatoidea y el cáncer.
• Un trabajo de la Escuela de Medicina de
Harvard, reveló
que mantener buenas relaciones sociales ayudan a
reducir la presión arterial, el ritmo cardíaco y
el colesterol; y
que, aquellas personas con círculo social más
amplio durante un período de nueve meses,
reducen su riesgo de morir en más de un 60%. A
su vez, otro estudio llevado a cabo por el mismo
equipo de trabajo demostró que mientras más
amigas conserve una mujer, menor será su riesgo
de desarrollar problemas físicos con el paso del
tiempo.
• La investigación de la Universidad de
California en Los Ángeles (UCLA) titulado Female
Responses to Stress: Tend and Befriend, Not
fight or flight expuesto por Laura Cousino Klein
Ph.D, demuestra
que cuando una mujer se involucra en cuidar y
entablar amistades libera más oxitocina que a su
vez contrarresta el estrés y produce un efecto
calmante.
Fuente: Revista Conexión |