Concurso literario organizado por la UCA
Felicitaciones a Josefina Urso que obtuvo una mención en el concurso literario organizado por la Universidad Católica Argentina.
También felicitamos a Victoria Lago y a Luisa González Calderón que también enviaron sus cuentos.
El mensajero mentiroso
En una comarca había un cartero que se llamaba Francisco. Él sabía donde vivía cada habitante del pueblo porque los conocía de tantas cartas que les había entregado. Las personas ya no escribían la dirección en los sobres, con los nombres era suficiente para que fueran entregados a quien correspondiera.
Un día, Francisco se enfermó y decidieron poner a un suplente. Nadie quería ser cartero porque había que recorrer muchos kilómetros por día.
Por fin se ofreció Tomás, un muchacho despistado y un poco torpe. Antes de darle el trabajo le preguntaron si conocía a todas las personas de la comarca y el dijo que sí. No era cierto pero él quería tener ese trabajo para ayudar a su familia.
En su primer día de trabajo le dieron sólo dos cartas para entregar. Eran muy importantes porque las mandaba el rey. Una de ellas era para Marcelo, un excelente cocinero. Decía que el rey quería que hiciera la comida para una fiesta en el castillo. La otra era para Juan, hermano del anterior y muy buen carpintero. En ella le pedía que le hiciera un trono más grande del que tenía.
Ese día Tomás tuvo que cruzar un río para entregarlas y no se dio cuenta de que su bolso estaba abierto y las cartas habían caído al agua. Por suerte, un chico que también estaba cruzando el río, se las alcanzó. El cartero intentó secarlas pero los nombres ya no estaban. Igual las guardó y siguió su camino.
Cuando llegó a la casa de los hermanos les dio las cartas equivocadas. Al leerlas, pensaron que el rey estaba en un error pero decidieron hacerle caso porque no se lo contradecía. Entonces fueron al castillo, Juan a la cocina y Marcelo al taller de carpintería.
El día de la fiesta el rey estrenó su trono. Al tomar asiento, se rompió y delante de sus invitados se cayó al suelo. Todos querían reírse pero no podían. Una vez que ayudaron al rey a levantarse pensó que era un buen momento para comer. Cuando las damas y los caballeros probaron la comida, empezaron a poner cada de asco y protestaron porque todo tenía un sabor horrible. En pocos minutos todos se fueron del castillo.
El rey se enojó muchísimo. Fue a hablar con Juan y Marcelo, quienes le dijeron que les había parecido raro que a uno le dieran el trabajo del otro, pero como eran órdenes del rey, obedecieron. Después, el rey habló con el cartero, que le contó lo que le había pasado. El rey lo perdonó y le dijo que prestara más atención a su trabajo.
Josefina Urso |